Ulises I: un dispositivo para la imaginación

(MULTILINGÜE DE MEDICINA PREVENTIVA PARA LA POBLACIÓN ABIERTA)

Juan José Díaz Infante

Fecha: 2013-08-01


Sobra tecnología y falta imaginación.  Esa es la idea.  Y es sobre todo una manera de referirnos al hecho de que no aprovechamos los recursos tecnológicos actuales para expresarnos de otro modo ni para desarrollar una visión de futuro que nos conduzca a un devenir pleno, digno, creativo, vivible.  El neoliberalismo propone el final del Humanismo, del Positivismo francés y de cualquier ideal de la Revolución Francesa.  Hemos cambiado los conceptos humanistas por un paradigma económico que interpretamos como la gran panacea universal, por más que los embates y vaivenes en las alzas y bajas de los valores pongan en crisis a prácticamente todo el mundo.   En este sentido, es necesario retomar a Teilhard de Chardin cuando dice que “El futuro pertenece a aquellos que brindan a la siguiente generación una razón de esperanza”, sin olvidar ese dicho budista que afirma que es el mismo primer paso para ir al baño que para subir al Everest.  De otro lado, para quienes interesa menos la queja o el conformismo que construir, el ideograma chino de crisis, que se compone de dos signos, "peligro" y "oportunidad", es una señal.

Por eso Ulises I, un proyecto que consiste en una pieza de arte a modo de un instrumento musical espacial, ideado y dirigido por mí y desarrollado por el Colectivo Espacial Mexicano, que inicia en octubre de 2010 y se articula en el proceso en dos modalidades o vertientes: como un conjunto de creaciones en torno al lanzamiento al espacio de un nanosatélite artificial, y como el propio lanzamiento.  ¿El propósito?  Lanzarlo en el 2014 desde el Puerto Espacial de Tonga, en el Pacífico Sur, para mantenerlo en órbita durante tres meses, transmitiendo obra sonora por banda civil/amateur en una frecuencia de 433 MGHZ.  ¿El mensaje?   La tecnología es prótesis del concepto, que no es otro que sostener que el que quiere puede, así se trate de la osada idea de lanzar un satélite al espacio para transmitir una suerte de ópera colectiva.  De paso, postular que es necesario ciudadanizar el espacio y, de fondo, promover la urgente necesidad de potenciar la imaginación

 

 

En efecto, coincidimos con McLuhan acerca de que “el medio es el mensaje”, y con Duchamp en cuanto que “el objeto del arte no es el objeto del arte, es sólo el centro de la discusión”.   Así, Ulises I es un nanosatélite, un instrumento sonoro, un dispositivo para pensar las relaciones entre el medio y el mensaje y una catapulta para la imaginación, es decir, una referencia a la necesidad de la creación de un imaginario posible.  Por supuesto, el nombre no es accidental y contrariamente busca evocar a aquél personaje de la Odisea atribuida a Homero.

Por otra parte, trabajar en equipo, que cobra y estimula la idea de aprender a vivir y a convivir juntos, lo que a todas luces hace falta en buena parte del mundo, que se resiste a organizarse siquiera como los buenos equipos de futbol en los que cada cual tiene una función y hay un solo portero.  La idea de que el proyecto deba de ser resuelto por un colectivo tiene que ver con entender que la crisis global que estamos viviendo es por no saber vivir en comunidad y no saber entender que cada acción en este mundo está interrelacionada.  Me refiero a esa idea de que cuando en África la temperatura del mar sube a 27 grados centígrados, hay un huracán en el Golfo de México.  Por eso el Colectivo Espacial Mexicano, integrado por Arcángel Constantini, Iván Puig, Arturo Márquez, Ramsés Luna, Marcela Armas, Gilberto Esparza, Tito Rivas, Omar Gasca, Cabezas de Cera, Ariel Guzik y Hugo Solís, músicos unos, artistas electrónicos o transdisciplinarios otros, cuyo trabajo en conjunto se ha mostrado a la fecha en la Fonoteca Nacional, la Galería Digital Epson, el Ballon Museum de Albuquerque, Nuevo México, en el marco del International Symposium on Electronic Arts, y en el Museo Tecnológico de la CFE, entre otros lugares.
 
Hablamos de un híbrido en muchos sentidos.  En el siglo XVI, la ópera empieza cuando se agrega música al teatro para hacerlo comprensible a la realeza italiana.  Este es ahora un nuevo híbrido, uno propio del siglo XXI con los nuevos lenguajes, elementos y materiales de nuestro tiempo; un híbrido en muchos sentidos, pues la relación ciencia-arte tecnología, la creación del Colectivo Espacial Mexicano, las obras creadas, las diversas y complejísimas gestiones y el propio proceso que involucra artistas, ingenieros y un amplio grupo de colaboradores, hacen que la ópera sea la historia completa: una obra en varios niveles de lectura que, ciertamente, requiere de paciencia, inteligencia, imaginación y disposición para entender.

Ulises I se inició dentro de un Programa de Residencias de la Fonoteca Nacional y hoy se presenta como caso de éxito a nivel internacional que ha rebasado todas las expectativas. Dentro de ese programa fue creado el Colectivo Espacial Mexicano y en la primera exposición de Ulises I, en el marco del Festival Play!, además se suman al Colectivo Natalia Alonzo, Teresa Bordona, Fernando Castro, Edgar Cano, Érika Beatriz Carrillo, Luisa Lichi, Emilia Bellón, Esperanza Jaime, Samuel Lozada, Alma Vargas y Julio Zaldívar y Juan Galindo del Centro Multimedia del CENART. 
 
De entonces a la fecha, el proyecto ha sido conocido directamente, presencialmente, en México, Colombia, Estados Unidos, Inglaterra, Turquía, Francia, Australia e Italia por más de doscientas mil personas, con un impacto mediático de alrededor de dos millones de dólares.  Hoy día cuenta con apoyos extraordinarios, no financieros, por cierto, de un sinnúmero de instituciones y de personajes como Roger Malina, físico, astrónomo, editor  ejecutivo de Leonardo Publications en el M.I.T Press, profesor distinguido de Artes y Tecnología en la Universidad de Texas en Dallas y director de investigación en el Laboratorio de Astrofísica de Marsella, cuyo trabajo actual se centra en las conexiones entre ciencia y arte.  Cabe decir que en un largo oficio la Red de Ciencia y Tecnología Espaciales, RedCyTE, ha dicho que el de Ulises I es un proyecto de la mayor importancia a escala nacional.

 

 

Con respecto a la parte más técnica, se encontró como solución un nanosatélite que se le ha llamado “Tubesat”, recurso que permite lanzar un satélite de un tamaño pequeño como una lata de aceite.  Las piezas, planos y diseño fueron adquiridos desde enero del 2011 y llegaron a México en mayo del mismo año. El Centro Multimedia del Centro Nacional de las Artes ha estado encargado de hacer las primeras pruebas de programación de la microcomputadora que irá dentro del satélite.  En cuanto al lanzamiento, se ha comprado un espacio en un cohete Neptuno de Inter Orbital Systems, empresa especializada en llevar pequeños satélites a órbitas bajas como carga primaria cuya base está en el Mojave Space Port, en el desierto de Mojave. Estará encargada del lanzamiento del cohete que llevará varios nanosatélites consolidados en una misma carga.
 
Más vivo que nunca, en estos momentos el INAOE, el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica en Puebla está encargado de la etapa final del Ulises, en un estado de avance del 85%, el proyecto continúa y para ello se realizan las gestiones artísticas, técnicas y financieras necesarias, retroalimentando y resolviendo detalles de diverso género, sin duda con cada vez más simpatizantes en espacios nacionales e internacionales, con una presencia cada vez más importante en los foros científicos y tecnológicos, como Art Catalyst o el Technical Activities Committee for the Cultural Utilization of Space,  ITACCUS.



Etiquetas: Tecnología,Espacial,Tubesat

Revista Hacia El Espacio de divulgación de la ciencia y tecnología espacial de la Agencia Espacial Mexicana.