Adiós a un pionero de la cohetería en México
Carlos Duarte
Hoy quiero rendir un homenaje a mi amigo Gustavo Flores Verdugo, quien falleció el pasado 22 de julio de 2023 a la edad de 76 años. Gustavo fue un ingeniero químico de la Facultad de Ciencias Químicas de la UNAM y un apasionado de la informática y la cohetería.
Conocí a Gustavo en 1973, cuando regresó de Francia, donde había realizado estudios de posgrado. Gustavo era hermano de mi amigo Marco Flores Verdugo, con quien junto con otros cuatro compañeros estábamos desarrollando nuestra tesis de licenciatura en la Facultad de Ingeniería de la UNAM sobre temas de cohetería. En ese entonces, mis compañeros y yo solíamos reunirnos para trabajar en la casa de la familia de Flores Verdugo y ahí conocimos a Gustavo, quién nos mostró su proyecto: un sistema para evaluar a los alumnos de la Facultad de Medicina de la UNAM mediante exámenes por computadora que hacían preguntas sobre casos clínicos reales. Nos quedamos impresionados por su talento y su visión.
Gustavo había formado parte de la Sociedad Mexicana de Estudios Interplanetarios, A.C., y que se había dedicado a lanzar cohetes amateur con sus compañeros de la UNAM. Nos mostró fotos de sus experiencias y reforzó nuestro entusiasmo por la exploración espacial. Gustavo era un pionero, un innovador, un soñador.
Gustavo trabajó durante muchos años en el Instituto Latinoamericano de Comunicación Educativa, ILCE, y también en la Secretaría de Educación Pública, SEP. Fue uno de los responsables de la creación de la Red Universitaria de Teleinformática y Telecomunicaciones, RUTIC, que permitió conectar a las universidades públicas de México con el mundo a través del internet. Gustavo fue un líder, un maestro, un colaborador.
Gustavo fue también un amigo, un padre, un esposo y un hermano, un ser humano excepcional. Siempre lo recordaré por su profesionalismo, su seriedad, su respeto. Pero también por su alegría, su generosidad, su humanidad. Gustavo también fue un ser curioso, un ser perseverante, un ser solidario.
Gustavo se ha ido, pero su legado permanece. Su legado está en sus obras, en sus proyectos, en sus amigos. Su legado está en el cielo, donde él siempre quiso llegar. Su legado está en nuestros corazones, donde él siempre vivirá.
Gracias, Gustavo, por todo lo que hiciste por México y por el mundo. Gracias por tu ejemplo y tu inspiración. Descansa en paz, amigo mío. Hasta siempre.