Es el científico del siglo XIX que más influencia tuvo sobre la física del siglo XX. Así consideran algunos expertos a James Clerk Maxwell, quien nació en Edimburgo en 1831.
Fue un prodigio desde temprana edad, incluso durante su adolescencia presentó un ensayo ante la Real Sociedad de Edimburgo; y, a los 16 años, entró a la Universidad de Edimburgo, para luego pasar a la prestigiosa Universidad de Cambridge. A los 25 años ya era profesor de Física en la Universidad de Marischal, Aderbeen y en 1871 se convirtió en el primer profesor de Física Experimental en Cambridge.
En una biografía que Iván Tolstoi realizó sobre él, dijo que “su importancia en la historia del pensamiento científico es comparable a la de Einstein (a quien inspiró) y la de Newton”. La James Clerk Maxwell Foundation lo considera uno de los “más grandes científicos que han vivido. A él le debemos el descubrimiento más importante de nuestra época-la teoría del electromagnetismo-.” Es aclamado con razón como el padre de la física moderna.
Maxwell se dio cuenta que todos los fenómenos eléctricos (rayos en una tormenta eléctrica, la corriente en un cable o las pequeñas descargas que se general al quitarse un suéter) podrían relacionarse con los fenómenos magnéticos conocidos (imanes, movimiento de brújulas). Así fue como unifico la electricidad y el magnetismo mediante cuatro ecuaciones matemáticas, con las cuales también pudo comprobar que la luz estaba formada por ondas electromagnéticas y su relación con la velocidad de la luz; deduciendo también teóricamente su valor, coincidiendo con el valor medido de unos 300.000 km/s en el vacío.
La constante eléctrica dividida entre la constante magnética da exactamente la velocidad de la luz. La velocidad de la luz es una constante en la Naturaleza, y también un límite hasta ahora infranqueable. Curiosamente, la velocidad de la fuerza de gravedad también es la velocidad de la luz. Estas casualidades confirmaron a Einstein en su creencia de que todo en la Naturaleza está relacionado, y que existe una teoría del todo.
Otra de sus grandes aportaciones fue el campo del color y la luz, llevando a cabo la primera fotografía con color permanente en 1861. Presentó su método aditivo de fotografía en color en Londres, con la intención de demostrar que cualquier color podría obtenerse mezclando luces de los tres colores primarios (rojo, verde y azul) en diferentes proporciones. Probó la teoría haciendo pasar la luz a través de filtros coloreados combinados y proyectando el resultado en una pantalla. Fue el primer sistema aditivo aplicado a la fotografía en color y recibió el nombre de tricromía.
Por otra parte también estudió la naturaleza de los anillos del planeta Saturno, demostrando que los mismos no estaban conformados por un único cuerpo sino que deberían estar formados por una infinidad de cuerpos más pequeños.