Arthur C. Clarke es uno de los más importantes escritores de ciencia ficción clásica. Nacido en Somerset, Inglaterra el 16 de marzo de 1917 le tocó vivir el llamado período entre guerras así como enrolarse en el ejército británico ya en pleno desarrollo de la Segunda Guerra Mundial donde se desarrolló en el área de telecomunicaciones, en específico la relacionada con uno de los grandes adelantos tecnológicos derivados de las necesidades bélicas: el manejo de radares.
Resulta importante la breve revisión de la hoja curricular de Clarke porque nos da luz de su dominio técnico en su obra su relación con las telecomunicaciones se puede apreciar a lo largo de sus relatos, en El martillo de Dios, resulta crucial la existencia de los radares, en cierta forma se convierten en mudos actores de la inminente catástrofe que se avecina.
La trama desarrollada por Arthur C. Clarke fue parcial y muy libremente retomada en dos películas en el ahora lejano 1998, una fue Armageddon en donde ante la amenaza de choque de un asteroide contra la Tierra se toma la decisión de perforarlo para partirlo en dos y de esta forma la tierra se salvara al cruzarla; esta versión es, digamos la de final feliz. La otra cinta fue impacto profundo, en donde igualmente un asteroide se impactaría contra la Tierra, se buscaría dividirlo, pero no sería suficiente para evitar que un fragmento si colisionara y con ello se provocaría otro tanto de consecuencias a la humanidad; esta película fue producida por Steven Spielberg quien compró los derechos precisamente de El Martillo de Dios, si bien no fue una adaptación al mismo.
El lenguaje cinematográfico y más el de Hollywood, provoca versus el lenguaje escrito una capacidad de síntesis que deja de lado detalles, diálogos, tramas y eventos que un libro puede desarrollar. En El Martillo de Dios, Clarke nos lleva de la mano a un futuro lejano donde la vida en Marte y la Luna es ya una realidad aunque todavía con limitaciones.
A lo largo de siete capítulos Arthur C. Clarke y con motivo del descubrimiento del asteroide Kali y su fatal trayectoria hacia el planeta Tierra, nos va ilustrando los antecedentes de los sistemas de detección de amenazas exteriores hasta llegar al GUARDIAN ESPACIAL.
Es necesario antes de continuar, señalar que El martillo de Dios, vio la luz en 1993 época en la cual la llamada Guerra Fría ya era parte del pasado cercano y donde ese “enemigo” de la libertad y democracia llamado socialismo dejo de tener sentido.
El fin de las tensiones entre Estados Unidos y la ex Unión Soviética además de las consecuencias económicas trajo consigo de manera lateral –pero no menos importante- otras problemáticas ¿ahora a quién se volcarían los odios y enemistades en libros, películas y demás productos culturales propios del bloque capitalista. Curiosamente Clarke se aventura a dirigir sus baterías hacia los fundamentalismos religiosos y juguetea con una religión que une al catolicismo con el islam lo que da lugar al Crislam.
Asimismo Clarke continuamente va en retrospectiva y nos ilustra con datos técnicos como que la sociedad de “antes” planteo un sistema de defensa de objetos del espacio exterior y nos menciona incluso la teoría de puntos de LaGrange, mediante la cual con cálculos matemáticos y considerando orbitas de cuerpos conocidas se podría determinar la estacionalidad de otro cuerpo (por ejemplo un satélite geoestacionario o ¿tal vez un planeta?) y que son la base para poder haber encontrado y delineado la trayectoria de Kali.
Asimismo y como es una suerte de lugar común no sólo en la ciencia ficción sino en la ciencia cotidiana, Clarke hace referencia un poco sarcástica al insistente uso de nombres mitológicos para denominar a cuerpos celestes o a maquinas creadas por el hombre. En este sentido Kali hace alusión a una deidad de la religión hindú asociada a la destrucción pero también al renacimiento, y con lo que hace vinculo en esa religión denominada crislam.
Punto curioso para los seguidores de la ciencia ficción y de este autor en particular, junto con aquellos que gustaron de la cinta de Odisea del Espacio de Stanley Kubrick, aparece otra versión de Hall 9000: David es la computadora maestra de la nave Goliath encargada de la misión de rescate de la humanidad.
El capitán Robert Singh es el encargado de comandar la nave Goliath para buscar por todos los medios posibles impedir que el asteroide Kali impacte directamente con la Tierra, para ello se hará de un equipo de científicos altamente especializado que tendrán de lidiar con varios obstáculos en su camino, incluso con la milenaria burocracia gubernamental.
En El martillo de Dios, podremos ver un poco de interacciones humanas que no obstante los años el autor nos muestra siguen igualmente complicadas de sobrellevar, siguen las hogueras de vanidades así como un retorno constante a las reflexiones básicas sobre la humanidad, por qué salvarla, porque arriesgarse a ello, cuál es el deber de un capitán ante la tragedia, cuántas vidas valen una vida….
Clarke nos lleva a un viaje espacial de miles de años luz en las inmensidades del espacio exterior pero también nos ilustra un poco qué tan grande son los vacíos interiores.