De entre los objetos de interés en nuestro sistema solar destacan dos satélites: Europa, girando alrededor de Júpiter y Titán, orbitando a Saturno.
¿Cuál es el interés sobre estos satélites?
Para el satélite Europa existe evidencia teórica y observacional que indica la presencia de un océano salado debajo de su superficie congelada. Este océano sería más grande que todos los océanos de nuestro planeta. La misión Galileo, lanzada en octubre de 1989, estudió a Júpiter y a varios de sus satélites hasta diciembre de 1995. La misión realizó ocho vuelos cercanos a Europa que sirvieron para obtener datos que respaldan la presencia de un océano. Se obtuvieron imágenes detalladas de su superficie e información sobre su interacción con el campo magnético de Júpiter. Esta misión consistía de una sonda y un orbitador. La sonda, una vez liberada del orbitador, descendió hacia Júpiter a una velocidad de 170,000 km por hora, enfrentándose a temperaturas mayores a los 150 °C. Eventualmente la sonda dejó de funcionar, debido a esas condiciones atmosféricas extremas, pero logró recabar información sobre la presión, temperatura, vientos y composición de la atmósfera de Júpiter.
El orbitador estaba dividido en dos secciones, una que giraba y una fija. En la sección fija se encontraba la cámara denominada Solid State Imaging (SSI por sus siglas en inglés), encargada de estudiar la atmósfera y la superficie de algunos satélites de Júpiter, un espectrómetro de infrarrojo cercano (NIMS por sus siglas en inglés) que estudió a la atmósfera y a los compuestos químicos presentes en la superficie de esos satélites y un espectrómetro ultravioleta (UVS/EUV por sus siglas en inglés) para realizar análisis de la atmósfera de Júpiter. En la sección giratoria se encontraba un detector para polvo cósmico además del magnetómetro para detectar campos magnéticos, partículas cargadas y a las ondas electromagnéticas que éstas producen. Galileo finalizó su misión de exploración estrellándose contra Júpiter en un choque programado en septiembre del 2003. Esta misión logró obtener imágenes de la superficie de Europa, identificando diversos rasgos característicos de ésta, además de colectar información que permitió identificar algunos de los componentes que están mezclados con el hielo de la superficie. Se sabe también que Europa tiene un campo magnético inducido, hecho que sustenta la presencia del océano salado subterráneo.
Foto: Satélite Europa
Por otro lado, Titán llama la atención porque es el único satélite del sistema solar que cuenta con una atmósfera densa, fría y formada principalmente por dinitrógeno (N2), como nuestra atmósfera, y por metano (CH4). La interacción de estas moléculas con la radiación solar y otras formas de energía, han transformado a estos componentes principales en hidrocarburos y nitrilos.
Titán fue estudiado en detalle por la misión Cassini-Huygens, lanzada en octubre de 1997 y que llegó a su destino en el 2004. El orbitador Cassini estaba diseñado para recabar información sobre Saturno durante cuatro años y llevar a la sonda Huygens a su destino: el satélite Titán. Huygens descendió hacia la atmósfera de Titán utilizando un paracaídas, atravesó la atmósfera del satélite y llegó hasta su superficie, desconocida hasta ese momento.
Foto: Satélite Titán
Huygens utilizó seis instrumentos para analizar la atmósfera y la superficie del satélite. Durante su descenso, el Instrumento Huygens de Estructura Atmosférica (HASI por sus siglas en inglés) analizó las propiedades físicas de la atmósfera; mientras que el cromatógrafo de gases acoplado al espectrómetro de masas (GCMS) fue el encargado de determinar la composición química de la atmósfera; el colector y pirolizador de aerosoles (ACP) capturaba partículas, las pirolizaba y las mandaba al GCMS para su caracterización. La propagación de luz en la atmósfera del satélite fue estudiada por el radiómetro espectral y el observador de descenso (DISR), además se obtuvieron imágenes de la superficie y de la formación de nubes. El experimento de viento Doppler (DWE) estudió a los vientos atmosféricos y a las turbulencias. Al llegar a la superficie, el paquete científico (SSP) midió la velocidad del sonido, la conductividad eléctrica, la temperatura y la conductividad térmica. Gracias a esta misión, se confirmó la presencia de lagos de hidrocarburos en Titán, situándolo como el único satélite que tiene sustancias líquidas en su superficie; se descubrió una variada orografía y se confirmó la existencia de lluvia de metano.
Misiones de exploración espacial como las mencionadas, permiten conocer detalles de objetos distantes, como estos satélites de los planetas exteriores, que sería imposible determinar desde la Tierra. La información colectada (Tabla 1) ayuda a lograr un mejor entendimiento de los fenómenos que ocurren en esos objetos lejanos. En Europa por ejemplo, se pueden conocer los procesos que ocurrirían en su océano de agua líquida salada así como la posibilidad de la existencia de alguna forma de vida en esas condiciones. El estudio de Titán nos ayuda a comprender la existencia de lagos de hidrocarburos y a estudiar aspectos de una química que se piensa pudo haber ocurrido en la Tierra hace miles de millones de años. Las sondas espaciales también han sentado las bases para mejorar los instrumentos de exploración para futuras misiones, pues aunque se sigan analizando los datos obtenidos por Huygens y Galileo, aún quedan muchos aspectos por explorar tanto en Europa, en Titán y en otros rincones del Universo.
Sobre el autor
Perla Abigail Figueroa González
Estudiante del octavo semestre de la Licenciatura en Ciencias Biológicas.
Facultad de Ciencias Biológicas, Universidad Autónoma del Estado de Morelos