Nuestro Sistema Solar está compuesto básicamente por el Sol (un 99.8%), Júpiter (un 0,1%) y todo lo demás. Júpiter es realmente el rey de los planetas, con más de 2 veces la masa de todos los demás planetas juntos. Su diámetro es 11 veces mayor que el de la Tierra: si fuera hueco, en Júpiter cabrían más de un millar de tierras.
En torno a este planeta, orbitan alrededor de 63 lunas conocidas y una serie de tenues anillos.
Júpiter es el cuarto objeto más brillante en nuestro cielo nocturno, por detrás del Sol, la Luna, y Venus. Su brillo también se debe a sus nubes y neblina, las cuales impiden ver su superficie, una característica de los planetas gaseosos. Los compuestos químicos exóticos, principalmente el metano, el etano, el hidrosulfuro de amonio y el fosfano.
Los vientos en Júpiter son tan fuertes que retuercen las nubes en cinturones horizontales, y hay sistemas de tormentas similares a los de la Tierra, la gran mancha roja, es un vórtice que lleva varios siglos moviéndose.
Por debajo de las nubes, la temperatura y la presión aumenta de modo drástico, aunque su química en general es bastante simple: está formada por hidrógeno en un 75% y por helio en un 25%, como el sol.
Si la nebulosa protosolar hubiera sido más grande y Júpiter hubiera tenido una masa entre 50 y 80 veces mayor que la que tiene, se habría convertido en una estrella.
Esta fotografía fue realizada por el Astrofotógrafo César Cantú con un telescopio Celestron Schimdt Cassegrain de 8 pulgadas y una cámara DBK41, montada en un lente Barrolm a 2X, procesado el Avi en el freeware Registax v.4.0, retocada en Adobe Photoshop.