Un día como hoy, el 12 de enero de 1906, nació en la ciudad de Zithomir en Ucrania, Sergei Korolev.
Su interés en la astronáutica coemnzó a temprana edad, por la lectura de los libros de Tsiolkowski. Se formó como ingeniero aeronáutico en la ciudad de Kiev, Ucrania, por el Instituto Politécnico de Kiev. Al final de los años 20´s participó en la creación del Grupo de Estudios sobre Propulsión por Reacción, y en 1932 sería el director de este mismo instituto.
La Segunda Guerra Mundial pondría en manos de Korolev el conocimiento del equipo germano de Peenemundem que habían logrado con éxito ejecutar maniobras con sus mortíferas V2, los ancestrales modelos de los cohetes modernos.
En 1949, Korolev construyó la “Pobeda”, una versión mejorada de la V2, que hizo un vuelo de 800 kilómetros, y que fue lanzada desde la Base de Kasputin Yar. Con ellos, entre 1949 y 1952, fueron lanzados perros en cabinas presurizadas hasta los límites de la atmósfera.
Korolev tenía el conocimiento y la capacidad de crear cohetes que servían como armamento bélico y también con fines pacíficos y de exploración espacial. Cuando construyó el R7, se tenía en mente un misil balístico intercontinental pero fue realmente útil para llevar satélites y hombres al espacio.
Después de los éxitos espaciales iniciales, los militares presionaron para construir satélites de uso militar. Korolev ideó una nave que servía para las dos cosas, tareas civiles y militares, gracias a sus avances Gagarin fue enviado espacio. La forma de las Vostok sería utilizada por las naves militares Zenith, y pos satélites de investigación Bion.
En 1961, las Soyuz debutaban de las mesas de dibujo del bureau de Korolev, pensadas para una amplia gama de misiones militares. Korolev, con visión de futuro, sabía que ésta era la mejor forma de proceder para que el proyecto continuara, sin decir su verdadera finalidad: La Luna.
Imagen: Espacial.
Tras el éxito de Gagarin, el presidente norteamericano Kennedy, lanzó el desafío de llegar a la Luna antes del final de los años 60´s. Los numerosos planes espaciales, y el poco caso que inicialmente los rusos dieron las palabras a Kennedy, fueron un atraso de casi 40 meses.
El equipo de Korolev fue responsable por el primer satélite, primer cosmonauta, primera sonda lunar, primera sonda a Marte, a Venus, y a otros tantos primeros lugares en la carrera espacial.
Cuando estuvo vivo, la URSS tuvo la iniciativa y la delantera en la carrera espacial. Por la tradicional costumbre rusa de mantener el secreto, nadie sabía su nombre, y sus trabajos eran desconocidos. Al morir de un cáncer en el intestino, durante una operación quirúrgica realizada en Moscú, el programa espacial ruso sufrió una pérdida que fue decisiva para su derrota en la carrera lunar. No se perdía solo un jefe, el grupo de cosmonautas perdía un verdadero padre. Fue cremado, y sus cenizas fueron puestas en los muros del Kremlin, en Moscú.
Como homenaje póstumo, un cráter en la Luna fue bautizado con su nombre. Pero esto no sería el único homenaje a tan ilustre persona. Su nombre fue dado a conocer al mundo.
Cráter Korolev. Imagen: ESA.
El OKB-1, el bureau comandado por él, tomaría en los años 70´s otro nombre, “Serguei Pavlovich Korolev Rocket Space Company ENERGIA”. ENERGIA, en los años siguientes, sería una de las gigantes aeroespaciales mundiales.
El primer módulo de la ISS, el Zarya (amanecer) tiene este nombre porque la palabra Zarya era el nombre clave de Korolev y del control de Tierra durante la misión del Vostok-1, que llevó al primer cosmonauta al espacio.
La ciudad de Kaliningrado, cerca de Moscú, donde desde la misión Soyuz 12 de 1973, se hace el control de los lanzamientos rusos tripulados, fue rebautizada después del fin de la URSS como Korolev.