Tengo el gusto de haber participado desde la primera emisión de la “Noche de las Estrellas” el 31 de enero de 2009 en el Zócalo capitalino hace 10 años. Ahí coincidí con Pepe, sin conocerlo, ni saber que él fue el iniciador de esta fiesta del conocimiento que cada año toma más relevancia. Tres años después, ambos con diferentes cargos de divulgación de la ciencia y la tecnología, nos estrechamos la mano por primera vez en un coloquio de la AMMCCyT.

En el libro Alunizaje que nos reúne en esta ocasión, veo que el gusto de Pepe por las tradiciones, muestra la inquietud de su espíritu aventurero brincando de continente en continente, del África, al Asia y de regreso a México, como persiguiendo por todo el mundo el rastro del “conejo de la Luna”, nos descubre las leyendas del significado de la Luna, aquí, allá y más allá.

Por unas páginas, su mirada se detiene en las constelaciones, con lo que nos refrenda que es la imaginación, la nave con la que el ser humano conquistó los cielos antes que lo hiciera la tecnología. Enseguida su parte de astrofísico nos lleva al infinito y más allá, afortunadamente de la mano de su vocación de divulgador para no perdernos en el obscuro laberinto del firmamento infinito.

Alunizaje desde mi punto de vista es el relato de un viaje personal de Pepe Franco, a través de las culturas, el Big Bang, de la formación del universo y de las estrellas en las frías y opacas nubes moleculares. Las mismas estrellas que como nuestro Sol y mucho más grandes “cocinaron” los elementos que ahora forman nuestros cuerpos, y que dieron origen a los planetas y sus satélites que, como la Luna giran a su alrededor.

“…el tiempo es intangible y nos confunde…” escribe Pepe, ha sido objeto de largas discusiones filosóficas. En el plano terrenal, la Luna ayudó a la humanidad a medir el tiempo y elaborar calendarios. El siglo pasado, el primer artefacto elaborado por el ser humano sale al espacio en 1957. Nueve años después, la Astronáutica finalmente logra atrapar a la Luna después de incontables misiones fallidas con la sonda Lunik 9 de la extinta URSS en 1966. Vino el programa Apolo de la NASA para poner un ser humano en la Luna con todos sus logros y avances tecnológicos, entre ellos el internet y la derrama económica que produjo para decenas de empresas estadounidenses.

En fin, la narrativa de Pepe es fluida, intercala elementos de la diversidad cultural planetaria apropiados al tema lo que hace amena su lectura, a la vez que ilustra. Yo lo encuentro como un maravilloso viaje histórico cultural del conocimiento, sin final, así como el cuento de “La historia interminable” en donde el final, lo pone el lector.

Respecto a las variaciones estéticas de Lucía Hinojosa en Alunizaje, qué puedo decir de una persona que encuentra en la “magnífica desolación”, como llamó Buzz Aldrin a la Luna hace 50 años, inspiración para el arte.