En la era actual, donde la tecnología nos permite tomar fotografías en alta resolución de la Luna, cuesta creer que aún es complicado obtener imágenes tan hermosas y detalladas como las que tomaron en su momento las sondas Voyager 1 y Voyager 2, las cuales contribuyeron a nuestra comprensión del Sistema Solar al ser enviadas tan lejos como nunca antes se ha llegado en el espacio.
Fueron lanzadas en 1977 y se convirtieron en un hincapié en la historia de la exploración espacial. Las sondas Voyager 1 y Voyager 2 tuvieron como misión explorar Júpiter y Saturno, además de otros planetas de nuestro sistema, de modo que fueron las primeras en obtener imágenes precisas de estos colosos vecinos nuestros y unas de las cosas que más maravillaron entre las decenas de miles de fotografías que capturaron fueron las nubes y tormentas de Júpiter, la estructura de los anillos de Saturno y, por supuesto, la formación hexagonal perfecta de Saturno, ubicada en su polo norte.
De hecho, hasta la fecha. estas dos sondas continúan rompiendo récords, pues viajan a 61,000 Km/h alejándose contínuamente de la protección de la heliosfera, es decir, la burbuja que nos protege de la radiación ajena al sistema solar generada por partículas ionizadas que emanan del Sol. Una vez que ambas sondas crucen la frontera de la heliosfera se encontrarán en espacio desconocido, territorios donde nuestra especie jamás ha estado.
Las sondas Voyager llevan más de 45 años mandando información a la tierra, sin embargo una de ellas ha dado de qué hablar en el último año y es la sonda Voyager 1, quien empezó a dirigir datos de telemetría aleatorios, datos que permiten medir distancias físicas de manera remota y que parecen no tener sentido ahora, por lo que se especula que pueden surgir debido a una falla o interferencia en la comunicación entre la sonda y la Tierra.
Como dato curioso cada sonda espacial voyager cuenta con un disco de oro que contiene información importante del planeta tierra como lo es música, saludos en diferentes idiomas, información genómica del ser humano, nuestra posición en el espacio y el sistema solar, entre otras cosas.
Por su parte, antes de las Voyager hubieron dos pioneras en el asunto de la exploración espacial durante la misma década. Y nunca mejor dicho, la Pioneer 10 y Pioneer 11 se lanzaron en 1972 y 1973 respectivamente. Éstas marcaron un hito ya que la Pioneer 10 fue el primer objeto humano en sobrepasar la órbita de Neptuno, mientras que Pioneer 11 exploró Júpiter y Saturno.
Originalmente diseñada para una misión de 21 meses junto a Júpiter, Pioneer 10 duró más de 30 años. La última señal de la sonda Pioneer 10 se registró el 23 de enero de 2003. Se encontraba por ese entonces a 12.000 millones de kilómetros de la Tierra. lo que es más de 23 veces el recorrido de la tierra a marte, recordemos que nosotros nos tardamos 6 meses en mandar algo a marte.
La Pioneer 11 fue lanzada el 6 de abril de 1973. Sus objetivos eran Júpiter y Saturno. El 23 de febrero de 1990 17 años después cruzó la órbita de Neptuno, siendo el cuarto vehículo espacial en cruzarla. La misión finalizó en 1995 y la última señal de esta nave fue recibida el 24 de noviembre de 1995.
Tanto la Pioneer 10 como la Pioneer 11 hicieron contribuciones significativas al campo de la exploración espacial, marcando el camino para futuras misiones fuera del sistema solar como vendrían siendo las misiones de las sondas Voyager.
Neil Degrasse Tyson y la Unión Astronómica Internacional le quitaron el estatus de planeta a Plutón en 2006, sin embargo, eso no le quita lo interesante, por lo que una sonda más llamada New Horizons fue enviada a explorar este pequeño “ex noveno planeta” para analizarlo y desentrañar sus misterios.
La nave espacial New Horizons llevaba una variedad de instrumentos científicos, incluyendo cámaras de alta resolución, espectrómetros y detectores de partículas, con un costo de 650 millones de dólares que permitieron realizar mediciones detalladas de la superficie y la atmósfera de Plutón.
Durante su acercamiento a Plutón, New Horizons capturó imágenes de alta resolución que revelaron características geológicas sorprendentes, como montañas de hielo, llanuras congeladas y una atmósfera delgada.
Después de su histórico encuentro con Plutón, la misión New Horizons continuó su viaje hacia el cinturón de Kuiper, donde estudió otros objetos celestes, como el objeto 2014 MU69, apodado informalmente como Ultima Thule, que proporcionó información valiosa sobre los orígenes y la evolución temprana del sistema solar exterior.
Mientras que desde la Tierra intentamos capturar imágenes de la Luna con cámaras de alta resolución, muchas veces con resultados poco convincentes; sondas de hace más de medio siglo como las sondas Pioneer y Voyager nos entregaron imágenes súper detalladas de cuerpos celestes a distancias demasiado alejadas.
Hay que tener en cuenta que no es lo mismo fotografiar a la Luna con dispositivos de 12 o 50 megapixeles cuando estamos bajo capas atmósfericas, nubes, smog y contaminación a lo que es capturar imágenes en el espacio con apenas unos cuantos granos de polvo estelar flotando por el espacio.
Además, al ser fotografías enviadas a la Tierra desde miles de kilómetros a la distancia en el espacio, las imágenes tardan bastante en llegar a la Tierra. Éstas imágenes son transferidas desde las sondas hasta los Complejos de Comunicaciones del Espacio Profundo, ubicados en Camberra (Australia), Madrid (España) y Goldstone (Estados Unidos), donde son procesadas para su estudio y divulgación.
Las misiones extra solares nos ayudan a comprender mejor el espacio profundo. Cada sonda ha contribuido a nuestra comprensión del universo y ha sentado las bases para futuras exploraciones espaciales. Recordemos que estas misiones no solo se tratan de explorar lo desconocido, sino también de comprender nuestra propia existencia en el universo.