El autor
Ray Bradbury es un reconocido autor de ciencia ficción contemporánea, quizás su obra más conocida y aclamada es Fahrenheit 451, pero muy cerca de ella está el compendio de cuentos conocido como Crónicas Marcianas escrito en 1950.
Como hijo de la gran depresión estadounidense de 1929, Bradbury se sensibilizó en diferentes problemáticas sociales, pudo ver el racismo en pleno, la pobreza y caída de familias acomodadas, la censura, el incipiente control de los medios masivos de información, entre otros que serían magistralmente reflejados en sus obras. También fue un escritor con una fértil imaginación que halló en el espacio exterior el nicho perfecto para plantear problemas sociales y existenciales.
Nació el 22 de agosto de 1920 en la ciudad Waukegan, en el estado de Illinois de Estados Unidos de América. Bradbury tuvo diversas residencias hasta que en la década de los 30 del siglo pasado, se instaló permanentemente en el estado de California, no pudo continuar con sus estudios, pero encontró refugio en las bibliotecas públicas donde pasó horas con la misma disciplina de un escolar.
Buscó vivir de su escritura y gracias a su perseverancia y, a su esposa Marguerite McClure, pudo consolidarse como escritor. Realizó trabajos de guionista para diversos programas de televisión, desde el clásico “Dimensión desconocida” hasta su propio programa The Ray Bradbury Theater. De hecho Bradbury comentó en algún momento que sus historias eran perfectamente adaptables al cine o televisión; así escribía, plasmando imágenes y paisajes, muchos desoladores y opresivos y llenos de contenido existencial.
Falleció el 5 de junio de 2012 en Los Angeles, California a la edad de 91 años y ha sido homenajeado desde programas como los Simpsons, y en un sinnúmero de comics, fanzines y páginas en la Red, y por supuesto, su obra ha sido inspiración de una gran cantidad de películas del género de ciencia ficción.
El contexto de las Crónicas marcianas
Las Crónicas marcianas fueron apareciendo entre 1947 a 1950 en una suerte de novela por entregas y en un periodo aún de posguerra, el de la segunda mundial.
En Europa se busca una salida a la crisis económica y política mediante la aplicación del llamado Plan Marshall para la reconstrucción de las áreas afectadas. En 1947 el Fondo Monetario Internacional inicia operaciones y uno de sus primeros objetivos es precisamente el financiamiento de la reconstrucción con lo que tangencialmente también se inicia con la tradición de la llamada deuda pública de los estados respecto a otros (deuda externa).
1947 es además un año particularmente significativo para los amantes de ciencia ficción derivado de la aparición de diversas publicaciones sensacionalistas referentes a la presunta captura de un OVNI por parte del ejército norteamericano en Roswell, Nuevo México.
Para 1948 la situación no es muy diferente y como parte del clima de posguerra, Estados Unidos continua con el desarrollo de armas nucleares y prueba la bomba X-ray en el atolón Enewetak de las Islas Marshall del Pacífico. Por su parte la Unión Soviética apoya al partido comunista en las elecciones de la antigua Checoslovaquia con lo que aumenta sus aliados en la lucha de dos órdenes político-económicos hegemónicos.
Para el año de 1949 y derivado de la conformación de los bloques capitalistas vs socialistas, y como parte de las resoluciones del fin de la segunda Guerra Mundial, Alemania es dividida con lo que geopolíticamente se abre un parteaguas en la vida política y social no sólo de Europa sino del mundo entero.
En 1950 para el eje dominado por los Estados Unidos se delinea un nuevo enemigo: el socialismo. Son los años donde varios países adoptan el modelo ruso para su organización, pero que no es bien visto por el libre mercado, para contener dicha tendencia los Estados Unidos comienzan con diversas guerras, la primera de esta clase es la que sostienen en Corea del Norte.
Las crónicas
A través de 25 relatos cronológicos ubicados en 5 grandes momentos, se da cuenta del proceso de exploración de Marte, su colonización y el fin de la Tierra como planeta habitable.
Primera expedición
En el plano de la evolución de las especies se dice que éstas sólo tienen tres alternativas ante el cambio del entorno. 1) se adaptan y sobreviven, 2) no se adaptan y se mudan a un lugar con las condiciones previas al cambio y sobreviven o; 3) no se adaptan, ni se mudan y se mueren. En El verano del cohete se da cuenta de un planeta Tierra decadente, donde los propios cohetes provocan un acelerado cambio climático que acelera la evacuación de los seres humanos a fin de poder preservar a la especie.
Ylla es una habitante originaria de tierras marcianas que tiene una serie de premoniciones en las cuales hay unas especies que no conocía con música igualmente nunca antes escuchada, pero son el inicio de lo que se avecina en Marte.
Segunda expedición
En una Noche de verano del año de 1999, en una apacible ciudad de Marte sus habitantes empiezan a tener ciertas visiones, en una especie de basura telepática que inunda el ambiente con pensamientos humanos derivado del acercamiento de la segunda expedición próxima a llegar a suelo marciano.
Y sucede que llegan los hombres de la Tierra, quienes esperan un recibimiento digno de la proeza que han realizado, sin embargo la indiferencia marciana les pega en el ego e incluso son recluidos y finalmente…
Al no tener noticias de la segunda expedición, se envía una tercera. En esta parte de la obra Bradbury juega un poco y como en las antiguas obras de teatro nos ofrece un entremés donde hay un cambio de escenario para regresarnos a la Tierra y sentir el pesar del contribuyente y sus exigencias por ser responsable en sus deberes fiscales.
Tercera expedición
Según la edición que se consulte, existe un prólogo de Jorge Luis Borges que exalta el capítulo relativos a La tercera expedición, y no es para menos debido a la gran tensión producida por un grupo de humanos arribando a Marte, pero que son recibidos y atrapados en sus mismas redes merced sus recuerdos, de tal manera que no se dan, o no se quieren dar cuenta de han sido atrapados en un callejón sin salida. Bradbury desarrolla situaciones que vemos hoy día en series televisivas tipo Walking Dead, lugares encerrados, grupos de personas con conflictos internos que llevan al límite su estabilidad emocional y física.
La vida en Marte
Aunque siga brillando la luna no es menos consistente que el anterior capítulo, de hecho se puede apreciar un relato con profundas reflexiones sobre la humanidad y su futuro, muchas de las cuales se pueden ver cristalizadas en Fahrenheit 451. Estamos ante la cuarta expedición y sus tripulantes al explorar el planeta rojo concluyen que sus habitantes murieron de una enfermedad endémica de los humanos predecesores, en algo que nos recuerda a la obra de H.G. Wells La guerra de los mundos.
En esta sección Bradbury cuenta la colonización como si fuera una clase de historia, y en particular la historia de los Estados Unidos y sus trece colonias, donde sus nuevos habitantes se hicieron así mismos. En Marte incluso hicieron su propio oxigeno mediante la plantación de árboles, donde también se volvieron una especie de plaga al más puro estilo de las langostas.
También se nos narra el encuentro entre dos culturas –en este caso interplanetarias- y el choque e indiferencia que les produce gracias a un encuentro nocturno y gracias a las imágenes logradas en intermedio nos podemos hacer la idea de que a pesar de la distancia los seres humanos no buscan cambios sino continuar con lo que les es conocido, exportando incluso sus fobias y prejuicios como se refleja en los músicos, y en donde dicho sea de paso, Bradbury asoma la idea de que los bomberos no apagan fuegos sino que los generan en una suerte de purificación mediante el fuego.
En el tema de prejuicio, el autor dedica todo un cuento al racismo, en un camino a través del aire, sólo los negros pueden ir a Marte, pero previo no tener deudas con sus “amos”. Mediante una estimulante muestra de solidaridad Bradbury no duda en mostrar lo más bajo de tales momentos de la historia, así como el sentimiento de unidad que al mismo tiempo se puede generar.
Bradbury llena de referencias de otras obras sus crónicas, y de eso no deja dudas con el título del cuento Usher II, en evidente homenaje a Edgar Allan Poe donde traspola a Marte la típica y fantasmagórica mansión.
Esta parte de la obra está llena de referencias al colonialismo, el racismo, la nostalgia de la “madre patria”.
El fin de la Tierra
Los neomarcianos o criollos marcianos, ven a lo lejos como en su planeta natal comienza la guerra y a la distancia la nostalgia los embarga y buscan regresar para pasar, al menos, los últimos momentos en su Tierra y con sus familiares y amigos, de tal suerte que Marte se vacía y solo quedan Los pueblos silenciosos como mudos testigos del paso humano.
Los largos años nos refieren en que han pasado más de veinte años del inicio de la guerra en la Tierra, por lo que se trata de un ambiente posapocalíptico y en donde en territorio marciano, el personaje del cuento –el señor Hataway- intenta acabar con toda clase de “vida” y quiere eliminar a los robots de marte pero a pesar de todo ya se han “humanizado”. Por su narración podríamos pensar que fue inspirador de historias como Blade Runner (1982), Yo Robot (2004) o Autómata (2014).
En esta línea introspectiva en Vendrán lluvias suaves nos ubica ahora en la Tierra, cómo la guerra ha arrasado con todo lo que encuentra a su paso y nos regala una imagen terrible de cómo una familia quedó fotografiada en una pared al sucumbir producto de alguna explosión atómica que en segundos borra personas, ciudades y sueños. Tal vez sea otro de los cuentos más aterradores por la ausencia de personajes, por su desolación; es una advertencia cruda.
Finalmente con El picnic de un millón de años y fiel a su estilo costumbrista, Bradbury pinta una escena que si no tuviéramos las historias precedentes, parecería un día de campo común y corriente en el estilo de vida norteamericano, un lago, la pesca etcétera, sin embargo es Marte y el jefe de familia convive con sus hijos y les promete presentarle a los marcianos…