La nave Soyuz MS-10 ha tenido que efectuar un aterrizaje de emergencia tras despegar este jueves a las 8:40 GMT del cosmódromo ruso de Baiknour (Kazajistán) debido a un fallo en el propulsor. La nave viajaba rumbo a la Estación Espacial Internacional (EEI) con dos tripulantes a bordo.
La NASA ha informado que se trata de un problema con el motor y que la tripulación ha regresado a la Tierra en una “trayectoria balística”. En la nave viajaban dos astronautas, el estadounidense Nick Hague y el ruso Alexey Ovchinin. Ambos ya han sido rescatados por los grupos de salvamento y no se detectaron lesiones en ninguno de los astronautas. La cápsula aterrizó en medio de la estepa kazaja (concretamente a unos 20 kilómetros al este de Dzhezkazgan, Kazajstán) y fueron trasladados al hospital para exámenes médicos, donde se cercionaron de que habían resultado ilesos.
Hasta el momento, se piensa que el fallo tuvo lugar en el cohete portador que propulsa la nave para colocarla en órbita y que se produjo al segundo doce del vuelo. Los cohetes portadores (causa de la destrucción en 2011 de un carguero Progress) se han convertido en un dolor de cabeza para Roscosmos, ya que han obligado en los últimos años a aplazar en varias ocasiones los lanzamientos.
Tan solo dos minutos después del lanzamiento se notificaron fallos en las etapas superiores del cohete lanzador, según medios rusos, los dos astronautas comunicaron que se habría producido una sacudida y que sentían la ingravidez, este video ha dado la vuelta al mundo y corresponde a la retransmisión en directo de la propia NASA, donde también se ha podido observar cómo alrededor de la cápsula se producían multitud de destellos.
Por otro lado, la agencia espacial rusa Roscosmos ha creado una comisión para investigar la causa de la anomalía. De hecho, según la agencia de noticias Interfax, Rusia podría suspender todos los lanzamientos no tripulados de sus cohetes Soyuz planeados para este año después de este suceso.
“Hemos podido evitar un escenario mucho peor. Este tipo de incidentes exige una investigación de lo más rigurosa con inspecciones en las fábricas. El accidente ocurrió con un cohete con una estadística de accidentes muy baja. Esa es una mala noticia. Por otra parte, funcionó muy bien el sistema de salvamento. Esa es una buena noticia” - Dimitri Rogozin, director de Roscosmos.
Una situación similar a la de este jueves se vivió el 26 de septiembre de 1983, cuando fue lanzada la Soyuz T-10a con destino a la estación espacial Saliut 7. En ese caso, el fallo tuvo lugar durante la cuenta atrás para el despegue, maniobra en la que el cohete portador explotó en la misma plataforma de lanzamiento. Por suerte, el sistema de emergencia se activó y la cápsula fue eyectada varios segundos antes de que tuviera lugar la explosión, salvando así, a sus dos tripulantes, Vladímir Titov y Guennadi Strekalov.
Antes del accidente estaba previsto que la nave diera cuatro vueltas a la Tierra para acoplarse seis horas después a la Estación Espacial Internacional (EEI), donde menos de dos horas después de su llegada se abrirían las compuertas entre la Soyuz y la Estación, donde se encuentra el resto de los miembros. En la EEI les esperaban el comandante Alexander Gerst, de la Agencia Espacial Europea (ESA), la ingeniero de vuelo de la NASA Serena Auñón-Chancellor y el también ingeniero de vuelo de Roscosmos Serguéi Prokópiev, que llegaron a la EEI en junio pasado.
Los miembros de la misión 57-58 iban a continuar trabajando en cientos de experimentos en materia de Biología, Biotecnología, Ciencia de la Física y Ciencia de la Tierra a bordo de la EEI, el único laboratorio en condiciones de microgravedad permanentemente ocupado.
