El 30 de junio de 1908 en Tunguska, Siberia, un meteorito ingresó a la atmósfera y se desintegró antes de impactar contra la superficie terrestre, aún así, debastó un área de 2.150 km² lo que provoco un gran incendio. El 15 de febrero de 2013, una inmensa bola de fuego (técnicamente llamada "superbólido"), que se desplazaba a una velocidad de 18,6 km por segundo, entró en la atmósfera y se desintegró en el cielo de Chelyabinsk (Federación Rusa). Según la NASA, el asteroide medía 18 metros de diámetro y pesaba 11 000 toneladas. La energía liberada en el impacto fue aproximadamente de 440 kilotones (es decir el equivalente a la energía explosiva de 440 000 toneladas de TNT). Es el segundo impacto más importante, después del Tunguska.
Para conmemorar estos sucesos y con el objetivo de alertar a la población sobre el peligroso que representan los objetos espaciales para nuestro planeta y la vida en él, la Asamblea General de ONU proclamó 6 de diciembre de 2016, como el Día Internacional de los Asteroides a celebrarse el 30 de junio de cada año, en relación al `Evento de Tunguska´.
Sensibilizar a la sociedad sobre los riesgos del impacto de asteroides, e informar sobre las medidas de comunicación en caso de crisis que se adoptarían en todo el mundo si hubiera una amenaza verosímil de impacto de un objeto cercano a la Tierra, es una labor importante en el contexto internacional de la celebración.
Siguiendo las recomendaciones de crear una respuesta internacional ante la amenaza de los objetos próximos a la Tierra, que cuentan con el apoyo de la Comisión sobre la Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos, se crearon en 2014 las siguientes instituciones:
La Red Internacional de Alerta de Asteroides, que cuenta con planes de comunicación y protocolos detallados para asistir a los Gobiernos en la evaluación de las posibles consecuencias del impacto de un asteroide y apoyar la planificación de la respuesta.
El Grupo Asesor para la Planificación de Misiones Espaciales es un foro de agencias espaciales que determina las tecnologías necesarias para desviar los objetos próximos a la Tierra, con el objetivo de consesuar medidas para la defensa del planeta.