Inspiración espacial

Cómo la observación del universo comenzó a inspirar a la humanidad

Diana Guzmán Alonso / Spektro

Fecha: 2022-12-13


“La gente tiene estrellas que no son las mismas. Para quienes viajan, las estrellas son guías. Para otros no son más que pequeñas luces. Para otros que son sabios, ellas son problemas. Para mí, hombre de negocios, significaban oro. Pero todas esas estrellas son mudas. Tú tendrás estrellas como no tiene nadie…”

– El Principito, capítulo XXVI, Antoine de Saint-Exupery –

 

Pocas personas no se conmueven al contemplar un cielo despejado en una noche oscura, cuando el brillo de miles de estrellas y nubes de polvo cósmico cruzan el firmamento. En la actualidad, hablamos del espacio, y es fuente de inspiración tecnológica y de investigación científica; sin embargo, olvidamos que el universo lleva existiendo 13.7 mil millones de años, más que nosotros. La humanidad ha observado el cielo infinito desde antes de comprender cómo funcionaba su entorno. Probablemente miraban arriba, y sospechaban que aquello estaba fuera de su alcance, tal vez, fuera de su propio mundo, antes incluso de tener un concepto de “mundo”.

 

Desde que el ser humano dio inicio a su existencia, comenzó el interés por los astros, por la predictibilidad de sus ciclos constantes e inmutables, observables durante la vida efímera, que tenían aplicaciones prácticas vitales, y que permitían marcar el paso del tiempo (el mismo concepto de “día” y “noche”), lo que las primeras civilizaciones aprovecharon para determinar los periodos de abundancia para cazar y recolectar alimento, así como aquello que les advertía que se acercaba el invierno, y debían prepararse y buscar protección del clima hostil.

 

La arqueología ofrece pruebas abundantes, a lo largo y ancho del planeta, de que, incluso en tiempos prehistóricos, los fenómenos astronómicos eran un recurso cultural para las sociedades de todo el mundo. Se registró el movimiento de avance diario del sol en su aparición por el horizonte; se detectaron los equinoccios, a partir de los cuales se comenzó a contar el transcurrir del tiempo en la tierra, creando los primeros calendarios y relojes solares; se inventaron los conceptos de astronomía esférica: los polos, los ejes de rotación, los solsticios; además, fueron descubiertos los planetas Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno, todos ellos visibles a simple vista. Igualmente se identificó un calendario solar con dos estaciones: invierno y verano; con entre 12 y 13 meses siguiendo los ciclos lunares. Es, por lo anterior, que los historiadores deducen que la astronomía es uno de los oficios más antiguos, manifestándose en todas las civilizaciones.

 

Cuando la humanidad ya no tuvo que preocuparse tanto como antes por su supervivencia, tuvieron más tiempo para pensar, observar sus alrededores, cuestionarse el origen de todo, e imaginar las respuestas. Una mezcla de curiosidad y asombro impulsó a nuestros antepasados a buscar orden y significado en la gran cúpula celeste que se alzaba sobre sus cabezas. Lo espiritual y lo divino convergían, explicando el misterio y la magnificencia del cielo. Miles de mitologías surgieron a partir de las explicaciones que las civilizaciones le daban a su existencia, y fueron la primera pieza de arte y cultura que tanto ha fascinado a los estudiosos del tema: la primera forma de contar historias fantásticas.

 

El mito más grande de todas las culturas es la Cosmogonía, que intenta explicar el origen del universo. En la Cosmogonía de las primeras culturas, como la Sumeria, la Griega, o la China, todo comienza con el Caos, el Cielo y la Tierra: es la historia de la lucha entre el caos y el orden, impartido por los dioses. Para la civilización Maya, o India, la Cosmogonía es antropocéntrica, en donde los dioses crearon un Universo con el objetivo de que en él exista un ser consciente que pueda venerarlos y alimentarlos. Para otras culturas, como la Egipcia, o la Judía, el universo surgió como un acto deliberado de creación realizado por una o más deidades.

 

Las constelaciones que hoy conocemos tienen su origen en la mitología mesopotámica y griega. Incluso los mismos dioses eran la personificación de los astros como el Sol, la Luna, los planetas, y las constelaciones las colocaban ellos en el firmamento, cual lienzo de artista. A partir de las concepciones de historias como éstas, surgieron las primeras piezas de arte. Por supuesto, en las pinturas rupestres ya aparecían el Sol, la Luna y las estrellas; sin embargo, con sociedades cada vez más complejas, fue cobrando importancia la religión, y comenzó la producción de piezas de artesanías: figuras que representaban a las deidades que vivían en los cielos.

 

La arquitectura no se queda atrás. Desde hace más de 4000 años, los egipcios ya construyeron sus famosas pirámides de Guiza situadas de tal manera que son una representación a escala de las tres estrellas que conforman el Cinturón de Orión, y se alinean con la estrella más brillante, Sirio, dichas pirámides curiosamente, eran asociadas con sus dioses principales. Lo mismo pasa con la construcción de Teotihuacán y sus pirámides en México hace 3000 años (que cumplían también con la función de observatorios); o con las pirámides de Xi'an, construidas alrededor del 210 a. C., en China, que están agrupadas siguiendo el mismo patrón.

 

En casi todas las culturas, tener un lugar para observar los astros era fundamental. De los observatorios más famosos antes de nuestros tiempos nos encontramos con Crómlech de Stonehenge, construido hace más de 5 milenios en Inglaterra; La Puerta del Sol, construida en Bolivia hace 3000 años; el Círculo de Goseck, Alemania, 47 a.C.; o el Observatorio ‘El Caracol, construido por los mayas alrededor del 435 d.C.

 

En las culturas posteriores se construyeron templos, para venerar a los dioses que vivían en los cielos. Los mismos templos de las religiones modernas utilizan un concepto similar, venerando a las estrellas y al cielo, donde está todo lo bueno; y debajo de la tierra un infierno ardiente, como el núcleo del planeta. 

 

La literatura y el espacio mantienen una estrecha relación desde hace siglos. Escritores de todas las épocas han alzado su mirada a las estrellas en busca de inspiración y escenarios para grandes reflexiones y aventuras. La literatura sumeria se desarrolló en las principales ciudades. Los textos eran inscritos en tablillas de barro con información astronómica, y textos literarios de temáticas mitológicas. El cosmos, y la fantasía de saber qué hay en él, no solo inspiró a las civilizaciones antiguas a crear sus religiones, sino también a la invención de uno de los géneros literarios, posteriormente cinematográfico, más fascinantes e imaginativos de todos los tiempos: la Ciencia Ficción, cambiando por completo nuestra forma de contar historias...



Referencias:

Kissel, T. (1 de Junio de 2022). Greek Reporter. Obtenido de https://greekreporter.com/2022/06/01/ancient-greek-space/ NEWTON, E. (19 de Julio de 2016). Revolutionized. Obtenido de https://revolutionized.com/10-reasons-space-explorations-inspiring/ Wikipedia. (Septiembre de 2022). Wikipedia. Obtenido de https://es.m.wikipedia.org/wiki/Cosmogon%C3%ADa#:~:text=Las%20cosmogon%C3%ADas%20griegas%20narran%20el,a%20la%20carencia%20de%20l%C3%ADmite



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Revista Hacia El Espacio de divulgación de la ciencia y tecnología espacial de la Agencia Espacial Mexicana.