Imagen: EMMIHS-III

Los viajes al espacio involucran más que sólo el lanzamiento de un cohete. Si fuera una misión no tripulada, se llevan experimentos tecnológicos de los cuáles se debe tener certeza que funcionarían en otras condiciones climatológicas, atmosféricas y gravitatorias; por otro lado, con los viajes tripulados es el cuerpo humano y la salud mental las expuestas al espacio exterior.

En ese aspecto las misiones espaciales analógicas juegan un papel importante. Este tipo de misiones son pruebas realizadas en la Tierra, dónde se utilizan entornos naturales o artificiales para simular misiones en el espacio, ya sean en la Luna, Marte o el viaje a bordo de una nave.

Astronauta y cosmonauta análogas realizando pruebas en simulación de Marte. Foto: University of Hawai.

Mientras que un astronauta análogo, es una persona que participa en estas misiones. Hasta hace una década sólo participaban quiénes recibían el entrenamiento de astronauta o cosmonauta, pero en los últimos cinco años gracias a la participación de organizaciones estudiantiles y programas espaciales universitarios, se ha maximizado la participación con jóvenes estudiantes o recién egresados con el objetivo de generar una mayor apertura en las actividades espaciales con las nuevas generaciones.

La existencia de las misiones análogas se remonta hasta la planeación de la serie de misiones Apolo de la NASA. Específicamente con la misión Apolo 11, los astronautas Buzz Aldrin y Neil Armstrong pusieron a prueba los trajes espaciales, diversos instrumentos de recolección y a los rovers destinados a la misión, en cráteres de meteoritos y en las faldas de algunos volcanes. Incluso en su misión análoga recibieron entrenamiento en telecomunicaciones, recolección de muestras geológicas, supervivencia, y adaptación a sistemas de emergencia de vehículos.

Misión análoga de la tripulación Apolo 11, Buzz Aldrin y Neil Amstrong realizando pruebas en las Montañas Quitman, Texas. Foto: NASA.

En ocasiones, cuando los astronautas deben realizar sus primeros viajes a la Estación Espacial Internacional (ISS), previamente son enviados a cápsulas de simulación, algunas ubicadas en China, Rusia y Hawái con el fin de acostumbrar su cuerpo y mente a al aislamiento y el confinamiento en espacios cerrados.

Estas prácticas son las principales realizadas por astronautas análogos en las misiones de simulación. Para ello las instalaciones simulan la ausencia completa de luz natural y de manera artificial se controlan los ciclos del día y la noche con luz artificial para estudiar los ciclos de sueño de los tripulantes análogos.

También se estudia el cambio fisiológico y del gusto ante las dietas espaciales, que se basa en productos deshidratados. Una de las diferencias entre las simulaciones de la Luna y Marte es que, en las segundas el aislamiento es mayor para asimilar las condiciones del planeta rojo, pues la distancia ente la Tierra y su vecino próximo hace que las comunicaciones tengan un retraso de 20 minutos, por lo que es necesario acostumbrar a astronautas a estas condiciones, más en una época dónde se ha acostumbrado a la comunicación inmediata.

Estación Antártica Concordia para misiones análogas. Foto: Innovaspace.

Otra de los objetivos principales de los astronautas análogos es simular situaciones de riesgo para aplicar protocolos de emergencia tanto entre tripulantes cómo con los experimentos y componentes tecnológicos con que trabajen. Antes de realizar un lanzamiento al espacio se debe tener certeza del funcionamiento correcto de las cosas con el fin de obtener datos útiles en las misiones de exploración.

Una de las empresas que ha cobrado terreno en los últimos años en las misiones análogas es Space is More que en sus instalaciones LunAres Research Station ubicada en Polonia, dónde permite hasta seis personas simular el entorno de la Luna o Marte. 

Además, alrededor del mundo se han utilizado desiertos para simular las condiciones de Marte, debido a su difícil acceso, los cambios bruscos de temperatura entre el día y la noche, vientos y su parecido terreno rocoso. Por ejemplo, en el desierto de Utah, Estados Unidos, se encuentra una estación de la Mars Society; el Foro Austriaco Espacial utiliza los desiertos Río Tinto en España, el norte del Sahara en Marruecos, y la región Dophar en Omán.

Mientras que en Latinoamérica se han realizado misiones análogas en el desierto de Atacama, Chile, y en el de Tatacoa, Colombia. Incluso en la Antártida, Italia y Francia instalaron la estación permanente Concordia.

Por su parte, México ha tenido una representación importante de astronautas análogos. Quién inició esta era cómo el primer astronauta análogo mexicano fue Carlos Salicrup, médico cirujano especializado en medicina espacial, quién participó en la misión Poland Mars Analogue Simulation 2017.

También en 2018 hubo una misión análoga solamente con tripulantes mexicanos en la Mars Desert Research Station, dónde su Comandante fue una mujer, la entonces estudiante de ingeniería mecánica Tania Robles Hernández, con Juan Carlos Mariscal Gómez, ingeniero en computación, como su Oficial Ejecutivo. 

La tripulación se compuso por César Augusto Serrano Baza, ingeniero mecatrónico e ingeniero mecánico (Tripulante Ingeniero); Genaro Grajeda López, ingeniero aeroespacial (Oficial de Seguridad y Salud); Federico Martínez Espinoza, ingeniero mecatrónico (Tripulante Astrónomo), y Walter Abdías Calles Glass, ingeniero en comunicaciones y electrónica (Oficial de Hábitat Verde)

Postal que compartió la misión análoga completamente mexicana. Foto: AEM.

Además, la astronauta análoga más joven de México, Luz Miranda Atilano, que con 21 años participó como Biolab Officer en una misión de la LunAres Research Station en Polonia. Ella también participó en el desarrollo del nanosatélite tipo CubeSat AzTechSat-1 desarrollado por su alma máter la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).

Astronauta mexicana más joven, Luz Miranda Atilano, quien compartió su experiencia en sus redes sociales. Foto: Facebook Luz Miranda Atilano.